Los pedimos en las ‘tienditas’ y los puestos que decoran las calles de todo México como ‘cacahuates japoneses’, pero ¿sabías que en Japón los conocen de otra manera?
Ese estilo particular de preparar legumbres recubiertas con una cata de harina especiada que después es remojada en una combinación de salsa de soya y chile, fue idea de un inmigrante que llegó a México a probar suerte.
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Lo curioso es que mientras en México les llamamos cacahuates japoneses, en Japón les llaman cacahuates mexicanos. ¿Por qué? Porque en realidad, esta botana no fue creada en el país asiático, sino en el corazón de nuestro país.
Los orígenes
La autoría de la sabrosa botana le pertenece al inmigrante japonés Yoshigei Nakatani, quien llegó al popular barrio de la Merced, en la Ciudad de México, para vender los cacahuates que él mismo preparaba.
El estilo que hoy conocemos como ‘japonés’ no era desconocido para los asiáticos, pues desde hace siglos, los nipones se han deleitado con algo similar: mamekashi, semillas recubiertas de harina condimentada.
Sin embargo, fue la combinación de salsa de soya, chile y especias, lo que popularizó los cacahuates del japonés entre los mexicanos, quienes acudían a su pequeño local para comprarle bolsitas llenas de su botana.
Pronto Yoshigei juntó dinero, formó una empresa y la bautizó como ‘Nipón’ y a pesar de haber registrado su compañía, no protegió su forma de preparar las legumbres, por lo que otras empresas no tardaron en crear sus propias versiones.
Cacahuates… ¿mexicanos?
El éxito de esta botana no tardó en traspasar fronteras y pronto llegó a Japón, el supuesto país que vio nacer a los cacahuates japoneses.
La diferencia es que allá desconocen este método de preparación del maní, por lo que, haciendo una referencia a su verdadero origen, los venden como ‘cacahuates mexicanos’.
En algunas bolsas llega a aparecer un charro o un estereotipo de mexicano con todo y sombrero y poncho, decorando el empaque de la botana que les resulta completamente ajena, exótica.
Los cacahuates mexicanos saben algo picosos, pero su sabor no es tan intenso como los Nishikawa u Oyuki que encontramos en venta en cualquier crucero de la Ciudad de México.
A los japoneses más cultos, los de mundo, los interesados en conocer lo que se consume en otros países, les encanta, en especial cuando saben que su receta es una interpretación exótica de su tradicional botana mamekashi.
Ahora sabes un dato más sobre otro producto mexicano que, casi sin querer, conquistó los paladares del mundo.
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