Esta mañana, México fue sorprendido por la inesperada renuncia de Agustín Carstens a la gobernatura del Banco de México.
Ante la noticia, millones se preguntaron la razón de su sorpresiva dimisión, misma que podría encontrar una explicación en otro organismo, uno de índole más internacional.
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A partir de julio de 2017, Carstens dejará de ser la cabeza del Banco de México para luego tomarse unos merecidos tres meses de descanso y reflexión necesarios para asumir el rol de gerente del Banco de Pagos Internacionales que le espera a partir de octubre del mismo año.
Mientras esta transición toma lugar, el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, se pondrá al frente del Banco de México.
Por su parte, Meade reconoció que el nuevo puesto de Carstens es una distinción para México (¿de qué México hablan?) y para el mismo Agustín, cuyo éxito no se traducirá en un mejor nivel de vida para sus connacionales.
Mientras tanto, el peso mexicano sufrió una pérdida en su valor del 1.4%, sólo un par de puntos menos para la ya muy depreciada moneda nacional.
Por otra parte, el dólar ya alcanzó el precio en ventanilla de $21.10 pesos, lo que revela la precaria posición en la que Carstens y su gente dejó a nuestra divisa, según datos de Expansión.mx.
Su carrera: ‘saltos’ de una dependencia a otra
Sin duda, Carstens no podría estar más calificado para ocupar la gerencia de un organismo mundial como el Banco de Pagos Internacionales, pues parte de su experiencia laboral la curtió en el Fondo Monetario internacional (FMI).
Agustín es egresado del ITAM y comenzó su carrera hace 36 años en el Banco de México, donde ocupó diversos cargos hasta que llegó a convertirse en su autoridad máxima.
Luego, en 1999, entró a trabajar en el FMI, donde duró unos meses antes de renunciar a finales de 2000 para volver a menesteres nacionales en la subsecretaría de Hacienda y Crédito Público, donde permaneció hasta 2003.
Posteriormente, su amor por los asuntos de índole mundial lo hizo regresar al FMI, pero esta vez com subdirector gerente encargado de asuntos que le competían a más de 70 naciones.
Ya en 2006, Carstens decidió volver a México, pero como secretario de Hacienda y Crédito Público, cargo que ocupó hasta finales de 2009. Unos días más tarde, el Senado ratificó su posición como el gobernador del Banco de México.
Desde entonces, el buen Carstens ha estado trabajando para defender al Peso de los embates de la economía mundial, pero, ya un poco cansado de la resistencia de la moneda nacional a crecer, decidió hacerse a un lado para dejar el puesto en, esperemos, manos más capaces.
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