Una vez que el reloj marque la media noche, será el fin del mundo como lo conocemos, la catástrofe mundial y el inicio del fin para todos nosotros.
Esta es básicamente la premisa del reloj del Juicio Final, una forma de ilustrar qué tan cerca se encuentra la humanidad de la extinción global.
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Factores como la amenaza de ataques nucleares o el calentamiento global obliga a los científicos encargados del reloj a ajustar sus manecillas peligrosamente más cerca de las 12 de la noche.
A finales del primer mes de 2017, la directiva del Boletín de Científicos Atómicos volvió anunció que la humanidad está ‘a dos minutos y medio de una catástrofe de proporciones planetarias’.
Esto no significa que en menos de tres minutos literales vayamos a morir todos, pues, como se mencionó con anterioridad, la hora es sólo simbólica y representa el tiempo que nos queda para revertir el curso de nuestras acciones como civilización.
Desde que Martyl Langsdorf diseñó el reloj en 1947, sus manecillas se han acercado cada vez más al fin del mundo. Setenta años después, estamos a las 23 horas con 57 minutos y 30 segundos.
El ajuste representa un ajuste de medio minuto respecto al año pasado.
La última vez que la humanidad estuvo tan cerca de la extinción total fue en 1960, en el punto álgido de la Guerra Atómica que las dos potencias de ese entonces, Estados Unidos y la Unión Soviética, amenazaban con protagonizar.
Según los científicos detrás del reloj, factores como la negación del fenómeno del Calentamiento Global por parte del presidente Donald Trump y el ascenso de las guerras cibernéticas presentan amenazas casi tan importantes como una guerra nuclear.
Sin embargo, no se descarta que las manecillas puedan retroceder en el futuro cercano, por lo que no todo está perdido para nosotros.
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