Chicza, es una goma de mascar orgánica y biodegradable que se cosecha de manera sustentable de los árboles de chicozapote en la Selva Maya.
Chicza, también es el nombre de la empresa en Yucatán que rescató la producción nacional de chicle, ya que pese a ser México el segundo consumidor mundial de esta peculiar golosina, hacía ya más de 100 años que no se producía de manera nacional y hoy gracias a ella, incluso se exporta a Europa y Asia.
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Desde hace seis años, cuando surge Chicza, el chicle se extrae de los árboles de chicozapote y es producido de manera sustentables por 56 cooperativas de 2,000 miembros que forman el Consorcio Chiclero, el cual administra la producción, logística, finanzas y promoción comercial de esta empresa.
Esto hace que los mismos productores velen por la conservación de las 1.3 millones de hectáreas que conforman la selva de Yucatán. Cada árbol de chicozapote rinde de tres a cinco kilos por cosecha y aunque cada árbol puede vivir hasta 300 años, es necesario dejarlos descansar de seis a siete años antes de volver a extraerles la savia con la que se produce el chicle.
Esta goma de mascar es única en el mundo al ser 100% natural, biodegradable y certificada como orgánica, ya que las golosinas comerciales usan polímeros hechos a partir de petróleo, es decir, plástico, comenta el director ejecutivo de Chicza, Manuel Aldrete.
Por lo tanto, el chicle natural ya no es parte de su composición, sólo lo contienen en un 5 a 7%, en comparación al casi 40% de goma orgánica que contiene Chicza. Sus componentes naturales también le permiten desintegrarse en cuestión de semanas en comparación a los demás que tardan hasta cinco años.
La extracción de la materia prima se realiza de manera artesanal como los antiguos mayas, con cortes superficiales sobre la corteza del árbol para obtener la savia. Posteriormente, ésta se hierve, amasa y estira manualmente para hacer moldes cuadrados a los que se les añaden productos orgánicos como jarabe de agave y azúcar de caña para endulzarlas. Actualmente cuenta con cinco sabores: moras, menta, limón, canela y hierbabuena.
Esto lo hace la súper golosina, aparte de ser orgánico, no estar confitado para evitar caries y después de consumirlo poder usarlo como composta, resuelve el principal problema del chicle… no contamina el medio ambiente y no es adherible, por lo que ya no habrá más chicles pegados en el pavimento y en los zapatos.
Actualmente se comercializa en 12 países europeos como el Reino Unido, Francia, Italia, Alemania, Grecia y algunos asiáticos como Japón, Corea, Singapur e Indonesia, con lo que han logrado que sus ingresos sean seis veces mayores a los de un chiclero promedio.
Las ganancias que se obtienen están destinadas al fomento a la educación, programas de fondo para el retiro, seguro de vida, asistencia y salud para las comunidades que habitan la selva de Yucatán.
gpa
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