Su historia suele estar fuera de los libros de historia de nuestro país, pero la huella que dejó puede verse aún en nuestros días.
Se llamaba William Oscar Jenkins y es el ‘gringo’ al que más les encantaba odiar los mexicanos.
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La historia de este magnate estadounidense que ‘se enamoró de México’ comenzó en 1901, cuando fue a Monterrey acompañado de su esposa en un viaje turístico.
El joven Jenkins, de apenas 23 años de edad, no tenía mucho dinero, pero al poco tiempo se mudó a Puebla, donde se asoció con otros dos extranjeros para fundar una fábrica textil.
Debido a la Revolución Mexicana, el negocio del estadounidense despuntó considerablemente. Las ganancias de Jenkins se dispararon durante este periodo, y su compra de propiedades no cesó durante los años en los que duró el conflicto.
Jenkins llegó a México para amasar una increíble fortuna
Debido a que la gente salía huyendo de sus haciendas, mansiones y casas a causa de la inseguridad y la violencia revolucionaria, Jenkins compró sus propiedades a precio de risa para luego venderlas a precios exageradamente altos una vez que terminó la masacre.
Esta nueva fortuna le permitió comprar todas las plantaciones de caña de la región poblana de Atencingo. A partir de este momento comenzarían sus abusos contra los mexicanos.
Tiendas de raya, préstamos con intereses impagables, represión sindical, sueldos que nunca llegaron a las manos de los campesinos; estos son sólo algunos de los tantos abusos que Jenkins cometió para ganarse la animadversión casi universal de los mexicanos.
Jenkins era antisindicatos y un brutal monopolizador de industrias
Con la casi ofensiva fortuna que el estadounidense amasó a costa del trabajo y el sufrimiento de los poblanos, pudo comprar 80% de las salas de cine del país, además de la entrada al círculo político posrevolucionario.
A sus patrocinios le debemos parte del México moderno, el PRI, la presidencia de Manuel Ávila Camacho y la élite política poblana que gobernó entre finales de los 30 y los 50.
Andrew Paxman, autor del libro ‘En busca del señor Jenkins. Dinero, poder y gringofobia en México‘, lo llama ‘el gringo que a los mexicanos amaban odiar’ y el precursor de la plutocracia en nuestro país.
Su dinero le permitió codearse con la élite política de México
Si la desconfianza de los mexicanos hacia los estadounidenses pudiera resumirse en una persona, sería William Oscar Jenkins, el probable responsable del México moderno y el estadounidense más acaudalado del país durante la primera y segunda mitad del siglo pasado.
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