Una septuagenaria de Connecticut pudo salvarse de morir gracias a la pulsera inteligente Fitbit que llevaba.
Patricia Lauder llamó al 911 una vez que vio que su monitor biométrico detectó un ritmo de 140 latidos por minuto, mucho más que los usuales 60 o 70.
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Una vez en el hospital, los médicos descubrieron coágulos alojados en ambos pulmones de Patricia, mismos que obligaban a su corazón a trabajar mucho más de lo normal.
De no haber sido por el sensor cardíaco de su Fitbit, Patricia hubiera continuado corriendo aquella tarde, sin saber que con cada paso que daba se hallaba más cerca de morir.
Según Mashable, si los coágulos no hubieran sido retirados en menos de 24 horas, la mujer habría muerto.
Esta no es la primera vez que una Fitbit le salva la vida a alguien. En 2016, un hombre de 42 años pudo recibir atención médica oportuna y adecuada gracias a la información biométrica que se había alojado en su aplicación Fitbit Charge HR.
Tal vez estos gadgets no sean increíblemente precisos, pero su tecnología portátil si permite darnos una idea de qué podría estar mal con nuestro cuerpo.
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