En los últimos años, la idea de la Renta Básica Universal (RBU) ha cobrado fuerza en diversos países y México no es la excepción.
Esta renta consiste en un ingreso que otorga el gobierno a todos sus ciudadanos sin restricciones económicas o laborales. Es decir, que recibes una cantidad mensual por el simple hecho de existir.
La idea ha sido discutida tanto por líderes mundiales, como destacados economistas, importantes personalidades de los negocios y la tecnología (entre ellos Bill Gates o Mark Zuckerberg) como una respuesta ante la desaceleración económica mundial, el bajo crecimiento de los salarios y hasta la amenaza que representaría la automatización de los trabajos.
En México, uno de los políticos que ha hablado más sobre esta idea, incluso impulsándola como su principal propuesta de política social es Ricardo Anaya, el precandidato a la presidencia por la coalición Por México al Frente.
Anaya ha defendido que sí es posible aplicarlo en México y que otorgar este apoyo permitirá erradicar por completo la pobreza extrema en el país. Sin embargo, esto aún está a debate.
Uno de los principales problemas de la RBU es determinar si es posible, y de dónde, obtener los recursos necesarios para otorgar el dinero a todos los ciudadanos.
En otros países, hay políticos que han propuesto destinar los recursos que normalmente van para otros programas como los cupones de alimentos o la seguridad social. Aquí, Anaya ha mencionado que el dinero saldría de la eliminación de costos burocráticos, el combate a la corrupción y el “reordenamiento” de los programas sociales existentes.
El problema es que estas medidas podrían tener el efceto contrario en el combate a la pobreza. Robert Greenstein, presidente del Centro para Prioridades Presupuestarias y Políticas (CBPP), explicó al diario The New York Times que este tipo de medidas ocasionarían una redistribución de la riqueza hacia arriba, es decir, que tomaría dinero destinado a los pobres para repartirlo entre todos.
Los promotores de la RBU han mencionado que ayudaría a incentivar el emprendimiento y el empleo, pero hasta el momento tampoco hay suficientes datos que permitan comprobar estos u otros efectos.
Actualmente, países como Finlandia ya experimentan con la aplicación de esta idea, pero sólo como programa piloto para conocer, y medir, los resultados. ¿Logrará prosperar la propuesta en México?