Sin duda alguna, no eres el único que pasa largas e interminables horas pegado al celular. Esa es una constante en la vida tecnologizada que vive la sociedad hoy en día. Este hábito puede convertirse en un arma de doble filo para la salud mental y cerebral, conocida como “mecanismos de recompensa”. En este estadío el cerebro se siente cómodo.
A medida que los expertos advierten de las características adictivas de las redes sociales, más personas buscan formas de liberarse, como demuestra el aumento del 60% de las búsquedas en Google sobre “desintoxicación de las redes sociales” en los últimos meses en Estados Unidos.
El término “brain rot” (deterioro cerebral) indica la creciente preocupación por los efectos adversos de un consumo digital excesivo. Como explicó a National Geographic la experta en adicciones Anna Lembke, el uso compulsivo de redes sociales puede alterar profundamente los mecanismos de recompensa del cerebro. Pero tomarse un descanso puede marcar una gran diferencia en nuestra salud cerebral.
Pero, ¿supone realmente un cambio alejarse de las redes sociales? Los investigadores dicen que sí y lo cierto es que sus beneficios para el cerebro y el bienestar podrían sorprenderte.
¿Qué le pasa al cerebro tras consumir horas de redes sociales?
Anna Lembke es experta en medicina de las adicciones y autora de «Nación Dopamina: Encontrando el equilibrio en la era de la indulgencia». Lembke explica que las personas pueden volverse adictas a los medios digitales igual que a las drogas.
Basándonos en lo que sabemos sobre los efectos de las drogas y el alcohol en el cerebro, podemos deducir que se produce un proceso similar cuando consultamos las redes sociales: cada “me gusta”, comentario o vídeo de un gato simpático desencadena una oleada de dopamina, la sustancia química del cerebro que “nos hace sentir bien”, detalla la experta.
Según Lembke, poner “pausa” en este ciclo de dopamina inducido por las redes sociales puede permitir al cerebro restablecer las vías de recompensa y detener el tipo de consumo compulsivo excesivo que conduce a la “putrefacción cerebral”.
Los beneficios de desconectarse
Si bien parece difícil, existen evidencias de que las pequeñas pausas tienen beneficios notables. “Cuando pausamos este ciclo de dopamina inducido por las redes sociales, permitimos que el cerebro restablezca sus vías de recompensa”, explicó Lembke.
Además, una pausa prolongada —idealmente de al menos cuatro semanas— puede ser aún más efectiva para restaurar el equilibrio neuroquímico; y al mismo tiempo, ayuda a las personas a sentirse más presentes en sus vidas cotidianas.
Para ayudar a recablear las vías de recompensa del cerebro, Lembke recomienda abstenerse durante todo el tiempo que se pueda. Para ella, lo ideal es al menos cuatro semanas. Pero incluso las pausas cortas han demostrado ser eficaces para mejorar la salud mental. Un estudio con 65 chicas de entre 10 y 19 años descubrió que tomarse un descanso de tres días de las redes sociales mejoraba su autoestima. Inclusive, su autocompasión, lo que se traducía en una menor vergüenza corporal.
Lo difícil de los primeros días
Para muchos, el desafío más grande de un detox digital son los primeros días. La transición puede provocar síntomas de abstinencia como ansiedad, irritabilidad e incluso antojos por revisar el teléfono. Según Sarah Woodruff, coautora de un estudio sobre los efectos de una pausa en redes sociales, este periodo inicial es temporal. Según ella “el cerebro necesita tiempo para adaptarse a los niveles más bajos de dopamina”, señala Lembke.
Una vez completado el detox, evitar recaer en un uso excesivo es crucial. De hecho, los expertos recomiendan crear límites físicos y mentales al acceso impulsivo a las redes sociales.
Para ayudar a ello es importante mantener el teléfono fuera de la habitación durante la noche o desactivar notificaciones.
Otra estrategia clave es reemplazar los estímulos rápidos con actividades de mayor gratificación; por ejemplo, aprender un instrumento, practicar ejercicio o cocinar. “Cuando nos involucramos en actividades que requieren nuestra atención, el cerebro libera dopamina de manera más equilibrada y sostenible”, afirma Lembke.