Los fidget spinners han conquistado el corazón de millones de personas en el mundo, pero no el de los alemanes, quienes ya están hasta la coronilla de ellos.
Por eso, autoridades del aeropuerto de Fráncfort decidieron confiscar 35 toneladas de esos juguetes provenientes de China.
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Esto debido a que luego de varios análisis, se hallaron componentes que se desprendían del juguete una vez que giraban a alta velocidad, lo que, según ellos, pone en riesgo la seguridad de sus usuarios.
De esta manera todos los envíos de fidget spinners procedentes del país asiático serán detenidos y su contenido destrozado para evitar que los niños alemanes se asfixien por meterse a la boca algún balín que salga disparado de su spinner.
La actitud de los alemanes no es paranoia, pues en mayo una madre de Texas publicó en Facebook que su hija tuvo que ser operada de emergencia luego de que se tragara una pieza que se desprendió de su spinner.
Este no es el único caso: una abuela de Georgia, Estados Unidos, dijo que vio cómo a su nieto de tres años se le deshizo el juguete mientras este jugaba con él, tirando esos pequeños balines metálicos por todas partes.
Afortunadamente, los padres del pequeño actuaron rápido y evitaron que alguna de esas piezas terminara bloqueando la garganta de su pequeño, pero con la medida que anunciaron los alemanes, el riesgo de que otros niños pongan en riesgo su vida será cada vez menor.
Hasta que los spinners no se fabriquen con mejores componentes y se envíen a otros países junto con detalles del fabricante, manuales de uso y etiquetas que prevengan a los usuarios más pequeños de lo que podría pasar si se tragaran una de sus piezas, los alemanes no dejarán que pasen de sus aduanas… y no dudamos que otros países de la Unión Europea comiencen a hacer lo mismo.
gtb
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