Tan pronto como me enteré que Nintendo lanzaría un ‘NES chiquito’, una parte de mí deseó comprarlo ya, pero otra dijo ‘No’.
Nintendo lo sabe: los personajes que marcaron tu pasado son de su propiedad, y está dispuesto a explotarlos ad nauseam para que tú, como adulto en edad productiva, les dediques cada centavo hasta que ya no puedas más.
El negocio de la nostalgia es lucrativo, si no ¿por qué crees que hay tanta secuela de Transformes, Las Tortugas Ninja, Star Wars o Lego en el cine?
A la gente le gusta rememorar viejas experiencias que relaciona con productos, colores, personajes y conceptos con los que creció, pero ¿qué pasa cuando una compañía intenta forzar el pasado en tu presente?
Soplar los cartuchos, algo que haces desde 1985
Actualmente vemos adultos de más de 35 años cazando Pokémon cerca de sus trabajos porque sienten que están cumpliendo un sueño de sus años más permisivos, y eso está bien, pero ¿qué dice eso de nosotros como generación?
¿Vale la pena comprar un NES en miniatura para jugar algo que dejamos hace 20 años?
El otro día encontré un Atari 2600 completamente funcional y en condiciones estéticas envidiables. Debido a su más que atractivo precio, estuve ‘así’ de comprarlo para correr a mi casa, conectarlo a mi televisión LED y ‘revivir esa época en las que los videojuegos solían requerir de cada gramo de tu imaginación’ para ser atractivos; pero algo me detuvo.
Me pregunté si valía la pena volver a experimentar algo que fue separado de mí por más de dos décadas de vivencias que me han hecho evolucionar a tal grado que mirar píxeles de 1982 ya no luce tan atractivo.
¿Comprarías un celular viejo sólo por la nostalgia?
Seguro el encanto habría durado unos 10 minutos antes de que acabara optando por apagar la consola y encender un Xbox One con gráficos revitalizados, modo de juego más intuitivo y controles inmensamente más responsivos, pero ¿entonces dónde quedó el chiste de ‘revivir el pasado’?
No voy a comprar un NES en miniatura porque sé que me aburriré de él muy pronto. Me niego a jugar Pokémon Blue de 1996 debido a que una vez lo intenté y soporté su música en formato MIDI y gráficos pixelados como por 20 minutos antes de ponerme a ver Stranger Things (otra serie ‘retro’) en Netflix.
Un producto ‘de niños’ para adultos de más de 25 años
La próxima vez que veas algo nostálgico pregúntate si vale la pena solapar las decisiones comerciales de una empresa adquiriendo productos que ya no pertenecen a tu tiempo y que te alejan de tu realidad.
Sí, la vida de adulto apesta si la comparamos con la época en la que éramos niños que sólo videojugaban y hacen una que otra tarea escolar, pero esa realidad es la que te toca como ser humano productivo, y ningún producto nostálgico te hará la vida más fácil o llevadera.
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