Cuando tenía seis años de edad, Andrew Almazán ya había leído obras del dramaturgo británico William Shakespeare y tenía conocimientos sobre el cuerpo humano y los planetas del sistema solar; una década después recibió su primer título universitario como psicólogo en la Universidad del Valle de México.
Después, el joven con sobredotación intelectual (personas con un IQ superior a 130) estudió la carrera de Médico Cirujano en la Universidad Panamericana, una maestría en Desarrollo Cognitivo en el Tecnológico de Monterrey y ayer, a sus 22 años de edad, recibió su título de doctorado en Innovación Educativa en la misma institución.
Almazán obtuvo el grado académico con una investigación basada en la creación de un modelo diferenciado para que los niños sobredotados tomen clase con compañeros que tengan la misma capacidad intelectual que ellos, mediante lo cual buscan acelerar el desarrollo de los estudiantes y evitar el aislamiento y bullying, indicó el rotativo mexicano La Jornada.
La investigación ya se aplica en el Centro de Atención al Talento (CEDAT), un organismo enfocado en el diagnóstico y seguimiento de niños sobredotados fundado por el padre de Andrew, Asdrúbal Almazán, y en el cual el joven se desempeña como director del Departamento de Psicología.
Andrew quiere continuar trabajando en la detección y atención de los niños sobredotados en México para que tengan la orientación adecuada. Asdrúbal Almazán dijo a la publicación Tec Review que en el país existen alrededor de un millón de menores con estas características, pero cerca de 95% no lo sabe, por lo que reciben diagnósticos erróneos o no obtienen el seguimiento apropiado.
Uno de los mitos en torno a los alumnos sobredotados es que no necesitan ayuda para desarrollar sus capacidades, pero el joven explicó a la agencia informativa Conacyt que quienes tienen sobrecapacidad intelectual son como los niños que muestran talento para un deporte a temprana edad: ambos necesitan del acompañamiento adecuado para desarrollar su potencial.