Las encuestas electorales permiten saber qué tan posicionados están los candidatos en las preferencias de la gente, pero en los últimos años hemos visto más y más casos en los que las proyecciones distan mucho de lo que ocurre en las urnas.
Entre los casos notables más recientes a nivel global están el Brexit y las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
En el primer caso, habían encuestas que señalaban que entre 7 y 8 de cada 10 votantes elegirían ‘permanecer’ y aunque la diferencia se recortó conforme se acercaba la fecha del referéndum, encuestas realizadas ese día reiteraban que los británicos se inclinarían por mantenerse como parte de la Unión Europea.
En cuanto a las elecciones en Estados Unidos en 2016, las encuestas le daban entre 3 y hasta 9 puntos de ventaja a la demócrata Hillary Clinton sobre Donald Trump, quien terminó por ganar la presidencia.
Esto provocó que se hablara de una crisis de credibilidad en las encuestas y hasta el Insituto Nacional Electoral manifestó su preocupación sobre los efectos que podría tener en los comicios presidenciales.
“En el contexto de la democracia mexicana, la fiabilidad de las encuestas corre el riesgo de convertirse en un eventual factor de inestabilidad política y democrática”, dijo Lorenzo Córdova en 2016.
En ocasiones resulta complejo saber qué encuestas son confiables, ya sea porque algunas son pagadas para apoyar a un candidato o partido en contienda o por la forma en que la respuesta de los encuestados cambia a medida que se acerca el día de las elecciones, según investigaciones, mientras más cerca está la fecha, más atención ponen los votates cuando les preguntan por su intención de voto.
Ante las elecciones más grandes en la historia de México, en las que más de 80 millones de mexicanos podrán acudir a las casillas, parece que será hasta que conozcamos los resultados de las urnas cuando sabremos quienes dieron las cifras más fiables.