Mientras Trump endurece las medidas contra inmigrantes en Estados Unidos, la historia nos recuerda el horror que vivió su abuelo, Friedrich Trump, hace más de 100 años.
Quizá Donald no lo tenga presente, pero el apellido Trump viene de Bavaria, una región alemana de la que salió un joven Friedrich Trump a finales del siglo XIX para probar suerte en Estados Unidos.
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Luego de hacer su fortuna como dueño de un negocio de comida y alojamiento, Friedrich, sabiéndose un inmigrante, decidió regresar con su familia a Bavaria, donde el gobierno local lo recibió con una sorpresa.
Friedrich y Elizabeth Trump, ambos de nacionalidad alemana
Debido a que Friedrich había abandonado el poblado bávaro de Kallstadt sin haber avisado a las autoridades migratorias ni cumplido con su servicio militar obligatorio, tanto él como su familia no tenían derecho a su ciudadanía, por lo que debían abandonar el país inmediatamente o enfrentarse a una deportación.
‘¿Por qué debemos ser deportados si somos súbditos honestos?’
Conmocionado, Friedrich escribió una conmovedora carta en la que le rogó al príncipe de Bavaria que hiciera una excepción con ellos y que les permitiera vivir ahí, pues ese era su hogar verdadero y no Estados Unidos.
¿Por qué debemos ser deportados? Esto es muy, muy difícil para una familia. ¿Qué pensarán nuestros conciudadanos si la gente honesta se enfrenta a este dilema? Eso sin mencionar las grandes pérdidas materiales que eso conllevaría.
Sin embargo, las leyes acabaron por cumplirse, por lo que Friedrich y su esposa (ya embarazada con el padre de Donald Trump), fueron obligados a viajar nuevamente a Estados Unidos donde acabaron de consolidar su fortuna.
Nací en Kallstadt y mis padres eran trabajadores honestos y sencillos. Ellos siempre me inculcaron ser bueno, piadoso y diligente. Por eso fui regularmente a la escuela y a la iglesia, para aprender absoluta obediencia a las autoridades.
El resto es historia: si aquel príncipe hubiera permitido a los Trump vivir en Bavaria, Donald quizá no habría nacido, y de haberlo hecho, hablaría alemán y no sería presidente de la nación más poderosa del mundo.
Quizá Trump deba acudir a la historia para recordar que él también viene de inmigrantes.
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