Puede que tu madre o esposa no lo aprueben, pero se ha descubierto una extraña relación entre la fuerza física y la cantidad de groserías proferidas por una persona.
Interesante y muy cierto: un equipo de psicólogos descubrió que ser grosero favorece al cuerpo en formas que jamás nos habíamos imaginado.
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En la divulgación de su hallazgo, frente a la Sociedad Psicológica Británica, en Brigthon, Reino Unido, los investigadores liderados por el Dr. Richard Stephens concluyeron que decir malas palabras incrementó la fuerza de agarre de sus sujetos de estudio en 2.1 kilogramos.
Dicha conclusión llegó luego de que se le pidiera a varias personas de entre 19 y 21 años de edad, que tomaran objetos con sus manos mientras unos decían palabras neutrales y otros groserías.
En otro estudio, se les pidió ejercitarse en una bicicleta estática durante 30 segundos mientras unos empleaban groserías y otros decían términos que no ofenderían a nadie. El resultado de esta prueba fue que quienes eran más procaces tuvieron más potencia al pedalear.
De hecho, existen estudios previos que sugieren que ser grosero sirve como una especie de analgésico leve que mitiga el dolor.
El Dr. Stephens comenta que los resultados de su estudio solo confirman algo que ya sabían: las groserías sí tienen un efecto positivo sobre la fuerza de las personas.
Aún se desconoce exactamente qué hace que ser grosero durante el ejercicio aumente la potencia física de las personas, pero se cree que puede ser el poder distractor de las malas palabras en el cerebro de la gente, lo que los hace olvidar por un rato el dolor leve o el cansancio.
¿Y tú qué tan fuerte… o grosero eres?
gtb
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