Científicos chinos lograron lo que hace unos años se pensaba imposible: teletransportar algo de la Tierra al espacio, en segundos y sin que se desintegrara (o fusionara con un insecto).
Aunque para ser precisos, lo que se envió fue un fotón, una partícula cuántica a Micius, un satélite en órbita que todos los días pasa sobre los mismos puntos en la Tierra.
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Este satélite, sin embargo, no es de un tipo cualquiera, sino que tiene equipo capaz de generar, detectar y emitir pares entrelazados de fotones. En palabras sencillas, el satélite sirve como una especie de generador de puentes invisibles que, mediante un láser ultravioleta y un sistema de lentes, puede enviar fotones que, con suerte, llegarán a otro lado.
Usando esta tecnología, 5,9 pares de fotones por segundo viajan a lo largo de mil 200 kilómetros entre ambas estaciones (la de la Tierra y la del satélite) hasta que uno de cada seis millones de fotones da resultado positivo.
Esto no significa que se haya descubierto la forma de enviar objetos de un punto a otro, pues la teleportación cuántica no es capaz de mover materia o energía, sino que solo puede entrelazar cuantos (una cantidad determinada de energía).
Debido a lo complejo de este asunto, lo explicaremos de la siguiente manera: lo que se hizo no fue transportar un fotón de un lado a otro, sino aprovechar sus propiedades cuánticas (únicas en las partículas subatómicas) para que compartan características independientemente de la distancia que las separa, pues estas, suelen imitar a otras de tal forma que, técnicamente, pueden estar en dos lugares a la vez.
No obstante, el que Micius pueda ya teletransportar partículas y claves de cifrado cuántico nos acerca más a un día en el que podamos enviar objetos de un punto a otro en un nanosegundo.
El concepto es complejo, lo sabemos, pero vale la pena hacértelo saber para que un día digas que estuviste vivo cuando un grupo de personas dio los primeros pasos en la ciencia de la transportación cuántica.
gtb
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