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La era del CD terminó oficialmente para mí

Así como cuando descubrí que el gabinete de mi computadora ya no tenía ranura para meter y reproducir disquetes, la vida acaba de darme otra lección sobre tecnologías obsoletas.

Por lo regular hablo de saltos generacionales y adopción de nuevos formatos que reemplazan los viejos para facilitar la vida; sin embargo, en esta ocasión he sentido esta migración a flor de piel.

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Antes de esto, la falta de reproductores de CDs en las computadoras me era completamente ajena. Después de todo, han pasado años desde que dejé de utilizar aquel formato tan confiable.

Recuerdo cómo me emocioné cuando compré mi primera memoria USB. Tenía 128 MB para guardar lo que quisiera. Bueno, igual y no lo que se me antojara, pero sí lo suficiente como para saberme el orgulloso portador de un método de almacenamiento tan vanguardista.

¿Alguien todavía usa estas cosas?

Eso fue en 2005 y 11 años después, las memorias USB de 4, 8 y 6 GB de capacidad se amontonan dentro de una cajita de cartón donde guardo repuestos de llaves y recibos de compras que juré algún día necesitaría.

La realidad es que en 2016 nos movemos en la nube informática. Los disquetes ya no están, tampoco los CDs. Es más, los DVDs ya son cosa del pasado y los discos Blu-ray apenas entran tímidamente al mundo del almacenamiento físico, pero la realidad es que hoy por hoy preferimos enviar un enlace de WeTransfer, Dropbox o Google Drive que pasar por el enfadoso proceso de introducir algo a nuestros equipos.

Sin embargo, algo pasó este fin de semana. Un conocido que trabaja los viernes y sábados como DJ en los bares y antros de la colonia Condesa de la Ciudad de México, tuvo a bien compartirme una compilación de sus mezclas grabada en disco compacto para que tuviera el placer de escucharlo en la comodidad de mi hogar.

Sin darnos cuenta, los fabricantes decidieron hacer a un lado a los CDs

Al inicio no lo pensé demasiado y agradecí el detalle, pero al llegar a casa me di cuenta que no tenía dónde reproducirlo.

Tengo una iMac cuyo diseño ya no considera necesario incluir una ranura para CDs o DVDs. Mi pareja tiene una portátil exenta de cualquier método para leer la información atrapada en dicho formato y hace casi 15 años que no poseo un Discman.

‘¿Qué hago ahora?’, me pregunté. Hasta ese momento no había creído necesaria la presencia de un lector láser de discos compactos en mi casa, pero aquel día me sentí solo al pensarme el único ser humano que necesitaba un reproductor de CDs en ese momento.

Nunca antes había extrañado tanto un formato ya desaparecido como en esa ocasión.

En ese caso, probablemente mi amigo debió haber pensado en enviarme su compilación musical en la forma de un hipervínculo de SoundCloud para escucharlo en mi smartphone, pero ¿darme un CD? ¿Qué es esto, 2009?

Un minuto de silencio para los reproductores de DVD en las portátiles

La vida me recordó lo cerca que estoy de cumplir los 30 y que el mundo en el que crecí está desapareciendo poco a poco, casi sin darme cuenta.

Es cierto cuando dicen que la próxima generación no sabrá qué representa el pequeño ícono de Guardar en los archivos de Word y probablemente la que le siga tampoco sabrá cómo eran los teléfonos antes de la era de las pantallas touch.

Soy de una época en la que se usaban estas cosas para divertirnos

Hoy es día en que no puedo escuchar la música que me compartió mi amigo y, ¿sabes qué? Me siento algo mal por ser incapaz de acceder a algo que era tan común hace algunos años y que ahora es extraño, viejo, obsoleto… inútil.

‘Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde,’ dice la sabiduría popular. Sin embargo, creo que lo mejor que podemos hacer para alcanzar el imparable avance de la tecnología es intentar ponernos al día. Así, al menos, no acabaremos usando el mantra de nuestros abuelos: ‘En mis tiempos’.

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