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Se fue Fidel Castro, el último sobreviviente de la Guerra Fría

La noche del 25 de noviembre, la Revolución se vistió de luto: Fidel Castro Ruz, el comandante en jefe de la lucha que liberó a Cuba del imperialismo occidental, falleció.

Fidel fue una figura fascinante, pero no enigmática. A lo largo de las nueve décadas de su vida, jamás hubo una sola ocasión en la que se reservaran detalles de su vida.

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Durante los años de su infancia, un pequeño Fidel Castro, hijo de una humilde pareja de origen español, envió una carta al presidente Franklin Roosevelt pidiéndole un billete de 10 dólares a cambio del hierro que había en los yacimientos de su natal Mayarí.

Años más tarde, luego del fallido ataque al Cuartel Moncada, ofensiva de la que sobrevivió de milagro, Fidel se defendió legendariamente asegurando que ‘la historia lo absolvería’ y viajó a México para conseguir fondos para su posterior revolución, esa que tendrá el desenlace que conocemos todos.

El joven abogado consideró quedarse a vivir en Nueva York antes de su revolución

En la Ciudad de México, en un viejo edificio de la colonia Tabacalera, a un par de kilómetros del Zócalo, Raúl, su siempre fiel hermano, le presentó a Ernesto Guevara, el argentino que se convertiría en otro ícono de los países de izquierda que se negaron a aliarse con la Unión Soviética o Estados Unidos.

Años más tarde ya con la revolución consumada, Fidel visitaría Nueva York por segunda vez. En aquella ocasión, lo haría para dirigirse ante el mundo, en un mitin celebrado en el legendario Parque Central de Manhattan.

En 1961 Castro, en su papel de comandante supremo de una revolución que nació en la Ciudad de México y culminó la noche de Año Nuevo en la Habana, tuvo que repeler un ataque artero orquestado por la administración de John F. Kennedy, en la Bahía de Cochinos. Aquél sería el ominoso precedente a las ríspidas relaciones entre Estados Unidos y la Cuba revolucionaria.

A partir de entonces, las ofensivas estadounidenses contra la soberana república cubana serían más sutiles, de índole económica y no bélica.

La relación con la URSS fue complicada

El hombre de las eternas barbas conoció una vez a Nikita Jrushchov y también a Yuri Gagarin, el primer ser humano en salir de la Tierra para asomarse a los infinitos rincones del universo.

Durante su primera visita a Rusia, él, acostumbrado al calor del Caribe, no se sintió cómodo con las gélidas temperaturas del país que buscaba ser su principal aliado político y comercial.

El joven Castro fue una figura tan importante que se codeó con, virtualmente, todos los presidentes de Estados Unidos, las celebridades soviéticas y los mandatarios de medio planeta.

Castro entablaría charlas -algunas amistosas, otras no tanto- con Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Salinas de Gortari, Zedillo Ponce de León, Vicente Fox, y Peña Nieto, con quien celebró la tibia restauración de las relaciones entre México y Cuba.

Peña buscó restablecer la amistad entre su país y el del cubano

Fidel Castro, hermano de Raúl, colega del ‘Ché’ Guevara y Camilo Cienfuegos, vio caer a la Unión Soviética, morir a Kennedy y a Reagan, sucumbir a Hugo Chávez y a Nelson Mandela.

El hombre que libró decenas de batallas mientras se daba tiempo de transmitir a través de la emisora clandestina Radio Rebelde, desde su escondrijo en la tupida Sierra Maestra, le sobrevivió a decenas de líderes, dictadores, mandatarios y gobiernos que lo vieron como aliado y acérrimo contrincante.

Sin embargo, ayer por la noche, Fidel, hermano de Raúl y esposo de Dalia Soto del Valle, falleció en la Habana, a 829 kilómetros de Mayarí, la ciudad que lo vio nacer un 13 de agosto de 1926.

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