Tras el sombrero inaugural, el retrato oficial. Una vez más, Melania Trump indica que no debemos esperar que los asuntos de la primera dama sigan como siempre. ¿Pero quizá deberíamos esperar negocios serios?
La foto, que encabezará la página web oficial de Melania Trump fue tomada por Régine Mahaux. Esta es una célebre fotógrafa belga del círculo de Trump. De hecho, también hizo el primer retrato oficial de la primera dama en 2017.
Las fotografías del presidente y su esposa han aparecido en las portadas de Us Weekly, Vanity Fair de Francia, Paris Match y Tatler de Rusia.
Parece más bien una imagen promocional de la próxima temporada de un programa. Si este show existiera, podría llamarse “La sala de juntas”.
El retrato, en el que aparece Melania Trump con un elegante esmoquin Dolce & Gabbana con faja, camisa blanca y dos botones desabrochados, muestra su silueta frente a un gran ventanal. El Monumento a Washington sobresale por detrás de su hombro derecho.
Los enigmas de Melania
Melania tiene las manos extendidas sobre un amplio escritorio que ha sido pulido hasta tener el brillo de un espejo. Está mirando directamente a la cámara. Su boca forma una línea recta y solo una pizca de diversión se asoma en las comisuras.
La primera dama tiene las caderas ligeramente inclinadas hacia un lado y su cabello se acomoda en ondas cuidadosamente controladas. Parece dispuesta a dar lecciones al país, escribe la experta en imagen política Vanessa Friedman en The New York Times.
Si hubiera un eslogan que acompañara a la foto de Melania Trump, diría: “Ahora me toca a mí”. La energía es más de jefa que de primera dama.
Podría decirse que la primera dama siempre es efectivamente una jefa. Pero ese aspecto del trabajo ha permanecido tradicionalmente oculto de los ojos del público. Todos los implicados han conspirado para perpetuar la ilusión de la esposa presidencial como representante de todo lo doméstico. Parece que ya no es así.
El retrato de Melania Trump difiere notablemente de los de las primeras damas anteriores. No solo porque se tomó en blanco y negro. Por regla general, el retrato oficial de una primera dama de EEUU la muestra sonriendo de forma acogedora. Siempre refinada.
Además, estas imágenes suelen tomarse en un entorno que resalta la feminidad de la compañera oficial. Es decir, casi siempre implica flores. Y perlas.
Había flores y perlas, por ejemplo, en las fotografías de Michelle Obama en 2009 y 2013. Flores y perlas en las fotografías de Jill Biden en 2021 y Laura Bush en 2001. Todas jugaban a ser decorosas con el mejor de los ánimos.