Esta es la fórmula para ponerte a trabajar cuando no tienes ganas de hacerlo

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La tendencia a aplazar los deberes es extraña, a pesar de que sabes que lo mejor es cumplir con esas tareas, continúas postergándolas y sintiendo estrés, culpa y frustración por ello.

Muchos procrastinan ocasionalmente, por ejemplo, dejan para otro momento las visitas al gimnasio o lavar la ropa, pero para otras personas se vuelve un problema serio que afecta otras áreas de su vida.

¿Por qué procrastinamos?

Suele pensarse que procrastinar es sinónimo de flojera, pero no es necesariamente cierto. De acuerdo con psicólogos, la procrastinación aparentemente funciona como un mecanismo de defensa en el que las personas evitan hacer cosas que les desagradan, por lo que eligen hacer otra cosa que les proporcione un placer temporal.

Sin embargo, existen algunas estrategias para cambiar tu comportamiento y evitar aplazar las cosas:

1. Enfócate en la prevención

Cuando sabes que la tarea que tienes enfrente te lleva a un resultado positivo (como hacer ejercicio para verte mejor), esa motivación te ayudará a seguir adelante, pero si temes qe algo salga mal, probablemente te congelarás y no podrás hacer nada.
En este caso, lo mejor es pensar en ese deber como algo que evitará malas consecuencias (por ejemplo, ganar peso sin control o que te regañen por no entregar un proyecto). El punto es que te asustes lo suficiente para obligarte a hacerlo.

2. No esperes a “estar de humor”

Una de las razones para aplazar algo es porque no te sientes de humor para hacerlo en ese momento y esa es una de las trampas más comunes, pero en realidad no tienes que sentirte con ganas de realizar una tarea para ponerte en acción. Da el primer paso, verás que todo será más sencillo una vez que hayas iniciado.

3. No confíes en tu fuerza de voluntad

Si con frecuencia piensas: “La próxima vez, trabajaré en mis pendientes con anticipación”; pero jamás lo haces, no estás solo, con frecuencia las personas tienden a sobrestimar la capacidad de autocontrol y a confiar ciegamente en que bastará para que todo esté en orden.

Lo cierto es que no tu fuerza de voluntad es más limitada de lo que crees. Considera emplear la planeación “si-entonces”, en la que defines con anticipación los pasos a seguir y reduces la posibilidades de fallar en tus compromisos, por ejemplo, “si son las 8:00 de la mañana, entonces me levantaré de la cama para ir al gimnasio” o “si mis amigos llaman para invitarme a una fiesta, no voy a ir”.

4. Hazlo una vez

Existen tareas diarias que son pequeñas, pero pueden resulta abrumadoras, como responder mails. Una buena forma de atacar estos deberes es asignar un tiempo determinado para manejarlo y decidir si responderás o eliminarás esos correos. Puedes asignar un momento por la mañana y otro por la tarde, pero evita la tentación de dejarlo “para leer después”.

(Vía: Harvard Business Review, Vox)



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